2.19.2011

Capitulo 19# de •○Forġotten children○•

Narrado por Bill (a partir de aqui hasta donde se marque):

Solo vi como se iba alejando en lo que yo me golpeaba y mataba por dentro. Pensaba que ese día y ese momento sería de los dos, que íbamos a poder ser algo después de que habláramos, pero me equivoque, lo único que logre fue decepcionarme a mí mismo.
Lo peor de todo es que estaría fuera de Alemania más o menos un mes, y que no iba a poder solucionar por completo las cosas con Jennifer. Más complicado se ponía porque con ella todo tiene que ser directo y frente a frente. Pero así la amaba y ella ni convencida estaba de eso.
Me rendía, iba a volver al departamento con los chicos y concentrarme en lo que era mi sueño, la banda.

6:17 pm

Llegue al departamento, seguía decepcionado de mi mismo, no era como mi hermano que el si era directo al 100% y que si por él fuera, ya la hubiera besado. No como yo, que tengo que ver que me quiera la chica y un año después ya somos algo.

-¡Bill! –dijo Tom. Hablando del rey de Roma…
-Hola Tom –respondí a su saludo.
-¿Cómo te fue?
-¿En serio quieres saber? –pregunte cruzando los brazos.
-Oh –exclamo- entonces mal.
-Exacto.
-Pues ¿qué quiere ella?
-No lo sé, es lo que quisiera saber.
-Ya le diste una canción, tuve que salir con ella y le dije que tú la querías y ¡ahora esto!
-Es mejor que la olvide de una vez por todas y me concentre en Tokio Hotel y ya.
-Si ella misma te lo dijo y eso que fue indirectamente.
-Pues si pero créeme que de verdad quisiera ser algo suyo.
-Lo sé Bill, y tendrías que convencerla de eso.
-¿Cuándo? Antes de irnos a Estados Unidos no se puede, nos vamos mañana, y la verdad lo preferiría hacerlo después porque no sé cómo reaccionaría si fuéramos novios.
-Entonces ¿prefieres morir de amor por un mes que no decirle cuanto la quieres?
-Sí, prefiero que se dé cuenta que si me quiere a volver a hacer otro tonto intento.
-Bueno es tu decisión.
-Sí, entonces esto queda terminado, no hablaremos de esto ya, hasta que volvamos ¿de acuerdo?
-Está bien Bill.
-Iré a terminar de empacar.
-Si tú tienes mucho que empacar –ríe Tom.
-Cállate –subí a mi cuarto.

7:36 pm

Al fin había terminado de empacar, no es sorpresa que me tarde más de una hora, mientras que los otros unos 30 minutos.

-¿Se puede saber que tienes? –pregunto Gustav asomándose por la puerta de mi cuarto.
-Nada –respondí.
-Llevas silbando como una hora Hilf Mir Fliegen –(ayúdame a volar en alemán)-.
-Perdón pero no me la puedo sacar de la cabeza.
-¿Qué, la canción?
-Sí, la tengo en la mente muy presente.
-Mm no sabía que te gustara tanto.
-Pues no está fea –reí.
-No y menos porque tú la escribiste.
-Exacto –sonreí.

Empecé a recordar la mirada de Jennifer sobre mis ojos, al momento que leyó la canción que le había mostrado hace días. Esa mirada era muy especial para mí, en verdad le había gustado, me pregunto si le hubiera gustado igual si hubiera sabido que era dedicada a ella.
Pronto empecé a imaginar el momento en que Jennifer me diría que sí quería ser algo conmigo. Todo era al aire libre pero de pronto empecé a ver truenos y relámpagos.

-Bill, ¡Bill! –decía Gustav tronando los dedos.
-Ah –reaccione- ¿qué?
-Ya vámonos, es tarde.
-Claro.

El se fue a su cuarto, lo más probable que por su maleta. Yo tome mis maletas. Y bajamos a la sala.
-¿Y traen todo? –pregunto David.

El era nuestro manager, el único que habíamos tenido. Siempre nos había apoyado en el momento que empezamos a ser famosos en Europa.

-Mm si –dijo Tom.
-¡No! ¡Mi celular! –dije.
-Tráelo –dijo David obviamente.
-No, espera, ¡Georg! –grite, ya que él estaba aún en su cuarto.
-¿Qué? –se escucho como gritó Georg.
-¿Me traes mi celular? Está en mi cuarto.
-¡Bueno! –se escucho como respondió molesto.
-Gracias –sonreí, y ya no lo grite.
-Ni que fuera tu sirviente –dijo Gustav.
-Igual, el me quiere –bromee.
-Mm más o menos –dijo Georg bajando las escaleras. Me dio mi celular después.
-Gracias, te quiero –sonreí. Casi me reía.
-Aja –exclamo Georg.
-Bueno, ya vámonos, el vuelo sale en una hora y se hace tarde –dijo David. Típico de David, el siempre nos apresura.
-Falta una hora, es temprano –dijo Georg. Y que no se haga raro escuchar esas palabras, el siempre es tan impuntual.
-Para ti, pero no lo es –contradijo David.
-¡Ya vámonos! –dijo Tom enojados.
-Exacto –dijo David.


Salimos de la casa, nuestros guardaespaldas guardaron las maletas en las cajuelas de nuestras camionetas y nos fuimos al aeropuerto.

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